La pobreza energética es una realidad que afecta a millones de personas en todo el mundo, incluyendo a España, donde afecta a un rango poblacional entre un 7.4% y un 17.3% correspondiente a 3,5 y 8.1 millones de habitantes.
Según la Estrategia Nacional de Pobreza Energética de España, se puede definir como “la situación en la que se encuentra un hogar en el que no pueden ser satisfechas las necesidades básicas de suministros de energía, como consecuencia de un nivel de ingresos insuficiente y que, en su caso, puede verse agravada por disponer de una vivienda ineficiente en energía”. Este fenómeno da lugar a dilemas como el conocido concepto Heat or Eat (calentar o comer), que refleja la difícil decisión a la que se enfrentan muchas familias en situación de pobreza energética, obligadas a elegir entre destinar sus escasos recursos económicos a mantener una temperatura adecuada en su hogar o cubrir necesidades alimentarias básicas. Estos dilemas no solo empeoran la calidad de vida, sino que también incrementan el riesgo de problemas de salud, especialmente durante los meses más fríos.
Esta problemática, puede tener varias causas como bajos ingresos de una familia, un mal aislamiento o uso de equipos poco eficientes que incrementan el consumo de energía y finalmente, los altos costos que esta tiene debido a la dependencia de combustibles fósiles.
¿Cómo las energías renovables pueden ayudar?
Las energías renovables pueden ser una solución viable para ayudar a combatir la pobreza energética, ya que otorgan autonomía en su manejo, además de ser fuentes limpias y sostenibles, entre otros beneficios:
Acceso asequible a la energía: El avance de las tecnologías renovables ha hecho que su coste disminuya considerablemente en las últimas décadas. La energía solar, por ejemplo, ha experimentado una caída en sus precios permitiendo un fácil acceso a placas solares reduciendo la dependencia de combustibles costosos y volátiles.
Autonomía energética: Las instalaciones locales de energías renovables, como placas fotovoltaicas, benefician tanto a hogares en situación de pobreza energética como a localidades aisladas. Así, los habitantes pueden gestionar su propia energía garantizando un suministro eléctrico continuo para iluminación, refrigeración de alimentos y medicamentos, así como también para la educación y el empleo.
Mejora en la eficiencia energética: Las renovables suelen ir de la mano con soluciones de eficiencia energética, como el mejor aislamiento de viviendas, la instalación de electrodomésticos eficientes y el uso de sistemas de almacenamiento de energía. Esto no solo reduce la demanda de energía, sino que también disminuye los costes a largo plazo.
Descentralización energética: En lugar de depender de grandes plantas generadoras de energía que pueden estar a cientos de kilómetros de distancia, las comunidades pueden instalar sistemas de generación local evitando el desperdicio eléctrico continuo, incluso generando empleo local y fomenta el desarrollo económico.
Aunque las energías renovables y la eficiencia energética pueden ser una solución prometedora contra la pobreza energética, muchas de estas medidas requieren habitualmente de una inversión inicial significativa, lo que impide que las personas más vulnerables puedan beneficiarse. Estas inversiones pueden llegar a varios miles de euros, una barrera difícil de superar para familias en riesgo de pobreza energética. Sin embargo, existen iniciativas que buscan sortear este obstáculo mediante colaboraciones entre gobiernos, fundaciones y comunidades.
Por ejemplo, en la pedanía de Castellar-l’Oliveral en Valencia, se ha creado una Comunidad Energética Local, donde vecinos y pequeños comerciantes se han unido para instalar paneles solares en tejados municipales, con el apoyo del Ayuntamiento. Esta iniciativa ha permitido a los socios reducir su factura eléctrica en unos 140 euros al año. Además, parte de la energía generada es cedida a familias vulnerables sin coste.
Otro caso destacado es el proyecto entre la Fundación Acciona y el Ayuntamiento de San Juan del Puerto, en Huelva, donde se han implementado soluciones energéticas para mejorar la eficiencia de hogares vulnerables.
El Ayuntamiento de Paiporta también ha desarrollado una Comunidad Energética Local que sigue un modelo similar. Además, la Oficina de la Energía de València apoya a estos colectivos con medidas «low cost», como el asesoramiento gratuito, auditorías, kits de eficiencia energética y subvenciones para mejorar la eficiencia energética en los hogares.
Estos ejemplos demuestran que, con el apoyo adecuado, es posible superar la barrera económica inicial y hacer que las energías renovables sean accesibles para quienes más lo necesitan.
Comunidades energéticas para paliar la pobreza energética
Ante la problemática de pobreza energética, las comunidades energéticas locales están emergiendo como una solución poderosa para combatirla de forma sostenible y participativa. Estas comunidades permiten generar, gestionar y compartir su propia energía renovable a nivel local disminuyendo costes para los hogares.
Estas iniciativas fortalecen el sentido de comunidad y permiten que los beneficios económicos de la energía limpia se queden en la región mejorando la equidad social. Las comunidades energéticas también son clave para empoderar a los ciudadanos en la lucha contra el cambio climático, asegurando un acceso justo y sostenible a la energía.
El impacto en el cambio climático
Además de ayudar a disminuir la pobreza energética, las energías renovables juegan un papel crucial en la lucha contra el cambio climático. Al reducir la dependencia de los combustibles fósiles, se disminuyen las emisiones de CO2 contribuyendo a un planeta más limpio.
La pobreza energética es un desafío complejo, pero las energías renovables pueden ofrecer una solución viable y sostenible. A medida que la tecnología continúa avanzando, y los gobiernos y empresas invierten en energías limpias, se abre la posibilidad de que más personas puedan disfrutar de acceso a energía asequible, mejorando su calidad de vida y reduciendo las desigualdades.
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