Ámbitos clave para reducir el consumo energético en edificios

El 21 de octubre se celebra el Día Mundial del Ahorro de Energía, en el que se pone el foco en promover la eficiencia energética, la evolución hacia hábitos y sistemas más sostenibles y un consumo más responsable. Unos objetivos en los que, sin duda, todos los agentes coincidimos. Pero, ¿cuáles son las líneas de acción que, en la práctica, nos permitirían avanzar en este nuevo modelo?

Sin duda, el factor clave es la alianza entre concienciación y acción. Las evidencias científicas, las grandes agendas y compromisos globales, multiagente y multisector, y su traslación a nivel nacional y local se han traducido en importantes avances en estos ámbitos en las dos últimas décadas. En el caso concreto de la energía, se suma un factor fundamental: la necesidad que tenemos de ella en todos y cada uno de los aspectos de nuestra vida.

La crisis energética mundial que sufrimos como consecuencia del complejo contexto geopolítico y económico ha situado en primer plano la urgencia de actuar. Y debemos hacerlo sin olvidar que la transición energética en los entornos urbanos supone una oportunidad para que la ciudadanía asuma su papel activo en el sistema energético y se beneficie de ello, consolidando modelos reales de colaboración público-privada-ciudadana… y apoyándonos en las soluciones y posibilidades que ofrecen las tecnologías.

Partiendo de esa base, en ImpactE aplicamos nuestra tecnología de evaluación, planificación y ejecución de la transición energética para realizar un estudio que diese respuesta a la pregunta lanzada en el arranque de este post: ¿Cuáles son las líneas de acción que, en la práctica, nos permitirían avanzar con el mejor aprovechamiento posible de los recursos disponibles y maximizando los impactos positivos?

Optimización de recursos y refuerzo de impactos

Para llevarlo a cabo, nos centramos en un barrio de una ciudad española mediterránea, integrado por 125 edificios, que suman cerca de 1.000 viviendas y unas emisiones de 2.148,0 toneladas de CO2/año. Analizamos el estado energético actual y cada estrategia actuación de eficiencia energética por separado y cómo se comportan conjuntamente, edificio a edificio.

Finalmente, agregamos los datos de ahorro a nivel barrio para conocer el potencial avance hacia el objetivo de ahorro de emisiones del 90% fijado por la Unión Europea para la transición energética del sector residencial.

La principal conclusión es que la combinación óptima de medidas de rehabilitación, sustitución de equipos de climatización y agua caliente sanitaria (ACS) e implementación de autoconsumo fotovoltaico permitirían lograr ahorros en la demanda de energía primaria de entorno al 80%. Por lo que las actuaciones de rehabilitación integral de barrios y edificios serán clave para alcanzar los objetivos marcados por la UE.

El mayor impacto lo conseguiríamos con una combinación de las dos primeras líneas de acción: las actuaciones de rehabilitación orientadas a reducir el consumo energético junto al cambio de equipos de climatización contribuirían a alcanzar una reducción del 50-60% de la demanda. El incluir fotovoltaica en los proyectos, permitiría ampliar este porcentaje hasta casi el 80%.

Priorizando el factor ambiental, las actuaciones con el mayor impacto tienen que ver con la renovación de equipos de climatización y rehabilitación energética.

Desde el punto de vista del impacto económico, la implementación del autoconsumo se presenta como la solución más interesante y accesible, con el mayor retorno de la inversión y menores periodos de retorno. Con los actuales costes de la tecnología y equipos disponibles, encontramos periodos de amortización de entre 3 y 5 años. Por ello, se está consolidando como una actuación fundamental en entornos urbanos para agilizar la transición energética y garantizar mayor autonomía a los ciudadanos frente a situaciones coyunturales como las grandes fluctuaciones en los precios de la red.

Además, los modelos de autoconsumo colectivo y comunidades energéticas facilitan el acceso a la producción de su propia energía a hogares y pymes que no tendrían la capacidad de inversión necesaria para apostar por instalaciones individuales.

Sin embargo, este despliegue masivo de energías renovables de proximidad y comunidades energéticas necesita de una adecuada planificación para abordarse de forma eficiente.

La tecnología, aliada estratégica

La digitalización y las herramientas tecnológicas son capaces de facilitarnos estos retos y objetivos, y en ellas trabajamos en ImpactE.

Hemos desarrollado una herramienta tecnológica propia, con modelos ágiles de simulación energética dinámica de edificios, que permite evaluar hasta 1.000 posibilidades de rehabilitación integral, permitiendo analizar los resultados en función de los impactos técnicos, económicos y ambientales de cada posibilidad y seleccionar las actuaciones más adecuadas en cada caso. Se valoran, entre otros puntos, la inversión necesaria, el ahorro energético producido sobre el estado inicial, la reducción de emisiones y el periodo de retorno de la inversión.

Además, toda la información obtenida, se presenta de forma clara, simple y visual, en una plataforma interactiva dirigida a trabajar desde el ámbito social con la ciudadanía, para facilitar los procesos participativos en la toma de decisiones sobre las actuaciones del barrio.

De esta forma, hemos conseguido dar respuesta a los retos que planteábamos al iniciar este texto y hacerlo de manera eficiente, accesible y ágil.

Una propuesta que nos ha permitido, en el último año, convertirnos en aliados estratégicos en transición energética en proyectos de organismos, instituciones y empresas como la Generalitat Valenciana, la Universitat Politècnica de València, ayuntamientos como los de València, Barcelona, Catarroja, Canals, Paiporta o Picassent, el Instituto Valenciano de la Energía (IVE), pequeñas y grandes empresas, como Acciona Energía, Eiffage Energía o Fenosolar, comunidades de vecinos y áreas empresariales.

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ImpactE es el socio tecnológico que ayuda a las ciudades a planificar, priorizar y evaluar sus actuaciones  optimizando recursos de la manera más ágil y rigurosa posible.

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